martes, 16 de junio de 2009

Inauguramos la primera escuela secundaria en la Cárcel de Devoto*


Hacer posible la oportunidad educativa

Hace pocos días, asistí al primer acto del 25 de Mayo de una escuela secundaria de adultos inaugurada recientemente en la vieja cárcel de Devoto. Sí, aunque parezca increíble, no había educación media para los internos, lo que reforzaba así el ciclo de exclusión.

Paradójicamente, para llegar al espacio donde se conmemoraría la historia de nuestra libertad, debí atravesar varias rejas, puertas que se trababan a mis espaldas, guardias armados y rituales marciales. Este contraste, sin embargo, se atenuó durante el acto escolar (¡escolar!), que mostró en forma impactante y emotiva hasta qué punto «educarse es construir futuro y liberación personal», y cuán cierto es aquello de que «la oportunidad es el ahora del mañana que elegimos».

Una docente tomó la palabra y afirmó: «No voy a hablar de los sucesos del 25 de mayo, sino de cómo llegamos a este 25 de mayo, nuestro 25 de mayo…». Y es que en la cárcel, como en cualquier ámbito signado por situaciones y vivencias extremas, la oportunidad de proyectarse, la posibilidad de decidir y de diferenciarse a partir de las propias decisiones son instancias que multiplican infinitamente su valor y reafirman implacablemente la identidad del estudiante tanto como la del maestro.

Para quienes hemos dedicado tantos años a iluminar desde las pedagogías críticas los autoritarismos ocultos del aula, a incrustar en la historia nuestras violencias para entenderlas y desnaturalizarlas y a reconocer panópticos o dispositivos disciplinantes en los rituales escolares, resulta por demás impactante tomar conciencia de algo tan sencillo: el altísimo grado de amor y de libertad que puede connotar un aula. Y cómo un Estado ausente –hasta ahora– había negado esa posibilidad.

Espacio de encuentro, con otros y con uno mismo como protagonista de la propia vida. Espacio para empezar a ser o para volver a ser. Espacio para hacerse presente como acto fundamental de la acción educativa. En el polisémico cautiverio de una unidad penal, el trabajo educativo es una fuente inagotable de aprendizajes para todos. Y allí, más que en ningún otro lado, en ese aprendizaje, todos somos educadores y educandos.

Cuando se me cedió la palabra, no pude menos que olvidar el papel en el que había esbozado algunas ideas para dirigirme a esa comunidad educativa, e improvisé una pregunta: ¿qué pensarían nuestros patriotas de Mayo de estos días? ¿Cómo verían ellos este país, el barrio, las familias...? Y más allá de las ficciones temporales, creo que sin dudas aprobarían este quehacer y estarían orgullosos de este Proyecto Escuela: hacer posible la oportunidad educativa, llegar a educar absolutamente a todos, y muy especialmente a quienes más necesitan la oportunidad de hacerlo o de volver a hacerlo.

* Editorial de Mariano en la Revista Plural Nro. 28




2 comentarios:

Mirta Borda 30 de junio de 2009, 22:41  

Excelente idea!!Siempre es bueno darles una segunda oportunidad y demostrarles que es fundamental estudiar!!Felicitaciones Mariano muy bueno.

Sergio Shocklender 6 de julio de 2009, 22:21  

Excelente idea!!Siempre es bueno darles la oportunidad de delinquir, vivir de arriba y ya que tienen tiempo de sobra que puedan estudiar y hasta recibirse de abogados, mientras los que trabajan honradamente no tienen tiempo de estudiar para progresar !!Felicitaciones Mariano muy bueno.